UNA TRAGEDIA INVISIBLE

Colombia vive una situación de emergencia humanitaria hace muchos años. Con la anuencia y complicidad del Estado se ha puesto en marcha una maquinaria de expropiación de la riqueza a favor de unos pocos, que arrasa vidas bajo el manto protector de la impunidad, garantizada por leyes hechas a la medida. En Colombia se perpetran todos los crímenes imaginables; los más de tres millones de campesinos desplazados son el resultado de 1.800 masacres, 3.000 desaparecidos y de una sevicia dirigida a sembrar terror. Son cifras grandes que indican una tragedia. Los 15.000 colombianos asesinados eran en su mayoría campesinos, pero también maestros y sindicalistas, indígenas, periodistas y políticos de oposición. Ni el Estado ni los medios de comunicación tomaron nota de las denuncias elevadas por los organismos de defensa de los derechos humanos. Al contrario: las voces que revelan las atrocidades cometidas por los paramilitares, son calificadas por el gobierno de ser auxiliares de la guerrilla.

Nosotros no somos voceros ni auxiliares de nadie. Somos ciudadanos colombianos que queremos que cada una de las víctimas sea reconocida en la pérdida. Que cesen la matanza y el despojo. Declaramos que el asesinato o la huida desesperada de cada uno de esos seres ignorados y anónimos, es un crimen grave. Exigimos que el Estado autodefinido como social, democrático y de derecho, persiga y castigue a los asesinos y sembradores de terror. Esperamos que la sociedad exprese su repudio moral a la legalización de la propiedad de las tierras usurpadas a sangre y fuego por los grupos paramilitares. Invitamos a protestar contra los medios de comunicación que le restan importancia a la tragedia padecida por tantos compatriotas.

Estaremos concentrados este 6 de marzo a las 17 horas en el Obelisco como un homenaje solidario a tanto sufrimiento, y como un acto de indignación por el silencio que pretende hacer invisible la injusticia de los crímenes de Estado.





¡Nadie Marchó por ellos!